Querida Érika,
El sábado me dijiste que tu madre y yo nos peleamos por tí y eso me ha dejado preocupado. Sabía que en algún momento llegarías a sentirte culpable pero no pense´que iba a ser tan pronto. La realidad es que no es por ti, podría darte muchas razones de peso, pero tú al estar en medio crees que es por ti. También me has dicho varias veces, sorprendida, que yo no me enfado nunca, y que prefieres estar conmigo porque Alba y Raul se enfandan mucho.
Se acumulan las razones por las que debería tomar una seria decisión con respecto a tu custodia y vuelvo a sentir el cosquilleo previo a los grandes movimientos de mi vida. Trato de aguardar como un depredador el momento oportuno y descanso en que tendré éxito en cualquier caso ya que el Señor mi Dios está al control.
El sábado estubimos en Illa Fantasia, donde disfrutaste mucho nadando conmigo en la piscina de olas y persiguiendo a los gigants que desfilaban por las calles del parque. Ya sabes nadar, gracias a que tu madre te sigue llevando a natación y tú eres muy valiente. Sigues sin querer subirte en las atracciones más grandes si no es conmigo, en realidad tienes una interesante convinación de valentía y precaución. Ahora estás más tranquila y hasta llegaste a quedarte dormida en mis brazos.
Has desarrollado ciertas habilidades en tu relación con los desconocidos que me han hecho muy feliz. En la piscina por ejemplo resolviste una situación difícil con una precisión escalofriante. Yo te observaba desde unos seis metros. Una niña se acercó a tu barca inflable sin pedirte permiso y cuando la viste fuiste hasta donde estaba la barca, la agarraste fuertemente, te interpusiste con la cabeza bien alta entre la niña y la barca y después de explicarle algo que no llegué a oir, se la ofreciste, te diste la vuelta y seguiste jugando como si nada con las personas con las que estabas antes. La niña, que era algo mayor que tú, se quedó helada.
Después te dije que estaba muy orgulloso por cómo habías resuelto aquel asunto y me diste las gracias con una sonrisa. A menudo, sin venir a cuento, me das un beso o me dices que soy molt macu o algo así. Eso me hace sentir muy feliz también y me permite dar gracias a Dios por que no eres exactamente igual que yo.
Este año hemos pasado un par de veces a la iglesia católica de Caldes de Montbui porque tú querías, me decías que habías ido ya con tu madre y tenía que frenarte para que no apagases las velas de la entrada. Pero entrábamos sólo para curiosear. El domingo fuimos por primera vez a la pequeña iglesia evangélica de aquí donde he hecho muy buenos amigos y donde formais un grupo de 6 ó 7 niños entre 2 y 4 años. Había imaginado muchas veces ese momento pero nunca pensé que lo encajarías tan bien, estubiste cantando conmigo y al final tuve que ir a buscarte a la habitación de más adentro, donde estabas sentada, emocionada haciendo figuritas de plastilina con otros niños.
Ahora duermes en la otra habitación. Apuras los días como si fuesen el último que te queda por vivir y al final si quiero que te duermas tengo que meterte en el coche o en el cochecito y darte una o dos vueltas por el pueblo. Debo decir que, a pesar de ser más trabajoso para mi, es tranquilizador que tengas esa vitalidad.
Te quiere,
tu papá.
Comentarios
Publicar un comentario