Érika, bonita,
Hace dos semanas pudimos celebrar tu cumpleaños juntos. Hicimos lo de siempre, porque es lo que de verdad nos encanta hacer. Cada segundo de aquellos dos días se ha quedado grabado en mi corazón. No dejo de darles vueltas mientras espero. Desde entonces me parezco a una fiera en una jaula, pensando siempre en el día que pueda verte con normalidad, aguardando que pasen las próximas dos semanas que nos separan.
Hemos pedido unas medidas provisionales de urgencia a los jueces pero nos han citado para dentro de cuatro meses. Gracias a Dios la mayor parte del tiempo estás muy cómoda conmigo y siempre que voy a buscarte parece que nos hemos visto el día antes. Le doy tantas gracias a Dios porque me parece evidente que él cuida de ti mientras yo no puedo estar.
Sólo a veces te quedas unos segundos en blanco, momento en el que se entristece tu rostro y dejas de hablar. Nunca he querido profundizar en esos momentos pero el otro día no pude evitar preguntarte en qué pensabas. Me dijiste que pensabas en tu mamá.
Todavía guardo la esperanza de que tu madre quiera negociar un acuerdo amistoso para evitar llegar a juicio cuando reciba la demanda. De otra forma preveo que un muro se levantará entre los dos de por vida y tú sufrirás esto de manera indefinida. Le pido a Dios fuerzas y sabiduría para hacerlo todo lo mejor posible de forma que tú salgas beneficiada.
Te quiere,
tu papá
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