
Querida Érika,
Acabo de dejarte con tu madre. Hoy también me has preguntado por qué no te podías quedar conmigo o por qué no podía ir yo contigo... Siempre me ha paralizado esa pregunta. Hoy, sin embargo, he probado siguiendo el consejo que me dió mi amigo Joel, es decir, he tratado de ser sincero contigo. Te he dicho que no te lo puedo explicar muy bien hasta que no seas mayor, que yo tampoco lo entiendo del todo, pero que la idea es que tú debes estar con tu mamá 6 días y con tu papá 1 día. Te he preguntado si lo entendías y me has dicho que sí. Los dos nos hemos esforzado por ponerle buena cara a la vida y ha valido la pena.
Ahora nos vemos mucho más a menudo y durante más tiempo, y los dos lo disfrutamos mucho. No quieres salir de casa -en parte porque durante muchos meses has querido poder quedarte en lo que ahora llamas "la casa del Pablo". Al final parece inevitable que me llames Pablo, en lugar de papá, que es como me gustaría que me llamases. No es tu culpa. Me basta con que me llames como quieras siempre que lo hagas con tanta dulzura como lo haces. Me he asustado un poco hoy en el parque cuando he visto que una niña un poco mayor que tú te intimidaba. Me he metido dentro de la casita del parque y te he defendido delante de la niña, lo que parece que te ha dado algunos ánimos, pero me asusta que no siempre voy a estar tan cerca de ti cuando te vuelva a pasar. Me gustaría transmitirte valentía, no quiero que tengas miedo de nadie. Te he dicho que cuando te pase algo así nos llames a tu mamá o a tu papá para que te defendamos, pero que no tengas miedo a nadie. En la Biblia Jesús enseñaba que no hay que tenerle miedo a nada, ni a nadie, salvo a Dios. En adelante espero poder transmitirte la confianza que a mi me ha dado esa enseñanza.
Un beso enorme,
Papá
Comentarios
Publicar un comentario