
Querida Érika,
Un día que estaba llorando por mis fracasos, un amigo trataba de consolarme hace tiempo diciéndome que al final conseguiría recuperar el tiempo perdido contigo. Con el tiempo, sin embargo, me he dado cuenta de que no es verdad. El tiempo perdido no volveré a recuperarlo nunca. Ni tú tampoco. Hoy estábamos otra vez abrazados y preparados, ilusionados al empezar un nuevo viaje a nuestro maravilloso mundo en común, cuando tu madre ha vuelto a arrancarte de mis brazos. Tenías que haber oido el triste llanto que eso te ha producido -tan distinto de la infantil rabieta, tan débil, profundo y doloroso... No quiero que lo recordemos más, pero sí quiero que sepas que soy consciente del daño que esto te produce a corto y largo plazo y que lamento mucho no haber sabido prevenirlo o evitarlo. Lo siento mucho cariño, como ninguna otra cosa en mi vida, y prometo seguir haciendo todo lo que esté en mi mano para darte una alternativa más justa para ti... Hoy quería haber cumplido la promesa que te hice de ir a ver la exposición de dinosaurios que tanta ilusión te hacía. Además planeaba ir contigo a la playa y al parque de bolas -nos lo pasamos tan bien juntos- pero los planes que hacemos no siempre es posible hacerlos realidad. A veces son otras personas, a veces es la salud, a veces es el tiempo. En cualquier caso yo le pido a Dios que cuide de ti, alzándote por encima de todo, del tiempo, de la salud, de las personas y de los fracasos. Le pido a Dios perdone a tu madre por lo que ha aportado a todo esto, y le ayude a cuidarte con la delicadeza y dulzura que tú transmites.
Te quiere,
Papá
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLo siento mucho, por tus heridas y las de Érika, pido a Dios por vosotros. Y estoy de acuerdo con tu amigo en algo, con Jesús nada se pierde, El recupera el tiempo que creíamos perdido usándolo para nuestro bien, trayendo a nuestra vida frutos y tesoros que sin esa pérdida jamás hubiesen aparecido. Os quiero mucho.
ResponderEliminar