no temas



Mi querida pequeña, ¡te recuerdo tan nítidamente allí mientras te columpiaba!. ¡Cómo me sonreías! Para mi no hay nada más grande bajo el sol que verte sonreirme. Tu madre no me deja que muestre las fotos pero si no lo he hecho ya por favor pídime que te las enseñe al menos a ti. Ya casi andas, sólo necesitas un poco el apoyo en algo por que tienes todo el arrojo de un guerrero en plenas facultades. Te incorporas de rodillas y a falta de la fuerza en las diminutas piernecitas alargas el cuello para mirar a lo lejos todo lo que ocurre. Eres más guapa, más rápida, más inteligente, más alta y más valiente que ningún otro niño o niña de tu edad... que alegría me da verte. También tienes muchas molestias con los dientes, quisiera que no las tuvieses pero es un dolor que es necesario que padezcas. Irás descubriendo con los años que casi ningún bien llega a nosotros si no es con un sufrido esfuerzo previo pero también verás que ese esfuerzo hace que el premio sea más satisfactorio. ¡¿Qué harías, por ejemplo, sin dientes?!. "No temas", no tengas miedo, eso se dice aproximadamente 90 veces en la Biblia. No tengas miedo tú tampoco mi reina. Dios también le pide a Abraham al principio de la historia de hoy que no tema. Debía estar muy abatido, pensando que habían pasado muchos años y todavía no había podido tener un hijo. Yo, que ya tengo 36 años, y no te puedo tener cerca, entiendo bien que Abraham tuviese mucha pena y temor. A veces me paso horas en las que no puedo dormir pensando que no te podré volver a ver y tengo que acordarme de estas palabras. Dios le dice a Abraham que no tema por que él va a tener un hijo. ¡Y vaya si lo tuvo! Él, como verás en las próximas historias, será el padre de un pueblo que todavía existe hoy. Hoy no existen los amorreos, ni los fenicios, ni los éfesos, pero los judíos, los hijos de Abraham sí existen. Verás, la historia continúa así:

"Después de esto, la palabra del Señor vino a Abram en una visión:
—No temas, Abram. Yo soy tu escudo, y muy grande será tu recompensa.»
Pero Abram le respondió:
—Señor y Dios, ¿para qué vas a darme algo, si aún sigo sin tener hijos, y el heredero[a] de mis bienes será Eliezer de Damasco? Como no me has dado ningún hijo, mi herencia la recibirá uno de mis criados.
—¡No! Ese hombre no ha de ser tu heredero —le contestó el Señor—. Tu heredero será tu propio hijo.
Luego el Señor lo llevó afuera y le dijo:
—Mira hacia el cielo y cuenta las estrellas, a ver si puedes. ¡Así de numerosa será tu descendencia!
Abram creyó al Señor, y el Señor lo reconoció a él como justo. Además, le dijo:
—Yo soy el Señor, que te hice salir de Ur de los caldeos para darte en posesión esta tierra.
Pero Abram le preguntó:
—Señor y Dios, ¿cómo sabré que voy a poseerla?
El Señor le respondió:
—Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una tórtola y un pichón de paloma.
Abram llevó todos estos animales, los partió por la mitad, y puso una mitad frente a la otra, pero a las aves no las partió. Y las aves de rapiña comenzaron a lanzarse sobre los animales muertos, pero Abram las espantaba.
Al anochecer, Abram cayó en un profundo sueño, y lo envolvió una oscuridad aterradora. El Señor le dijo:
—Debes saber que tus descendientes vivirán como extranjeros en tierra extraña, donde serán esclavizados y maltratados durante cuatrocientos años. Pero yo castigaré a la nación que los esclavizará, y luego tus descendientes saldrán en libertad y con grandes riquezas. Tú, en cambio, te reunirás en *paz con tus antepasados, y te enterrarán cuando ya seas muy anciano. Cuatro generaciones después tus descendientes volverán a este lugar, porque antes de eso no habrá llegado al colmo la iniquidad de los amorreos.
Cuando el sol se puso y cayó la noche, aparecieron una hornilla humeante y una antorcha encendida, las cuales pasaban entre los animales descuartizados. En aquel día el Señor hizo un pacto con Abram. Le dijo:
—A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el gran río, el Éufrates. Me refiero a la tierra de los quenitas, los quenizitas, los cadmoneos, los hititas, los ferezeos, los refaítas, los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos. "

Te quiero, mi vida, un beso muy grande.

Comentarios